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Cine para reflexionar a 500 años de la caída de México-Tenochtitlán

El próximo 13 de agosto de 2021, se conmemorarán 500 años de la caída de México - Tenochtitlán. El cine mexicano, aunque poco, ha abordado este hecho que marcaría para siempre la historia de la nación que hoy somos. Acá algunas películas para reflexionar ese momento.

Sobre la calzada de Iztapalapa, el 8 de noviembre de 1519, un peculiar encuentro se efectúa rumbo a México-Tenochtitlan. En el guion de la jamás filmada La conquista de México de René Cardona, se describe cómo Hernando Cortés intenta abrazar a Motecuzoma: “No se puede tocar al señor de todos los señores y todas las tierras”, advierte Malintzin al conquistador.

Retorno a Aztlán (1988), de Juan Mora Catlett

 

En tiempos de sequía, Moctezuma Ilhuimacina, quinto huey tlatoani mexica, atiende y comisiona a sus mejores hombres para llevar tributo a la diosa Coatlicue en su lugar de origen. El problema es que no hay rastros de la ruta a Aztlán. El campesino Ollin es enviado también por su comunidad.

 

Con la asesoría de arqueólogos, historiadores y biólogos, entre otros, la cinta hablada en náhuatl resulta alucinante. A pesar de las limitantes, la recreación de la época es afortunada. La Tenochtitlan vacía representa la soberbia mexica que contrasta con la humildad de Ollin. “Algún día será vencido”, le dice la diosa Coatlicue a Ollin cuando éste la encuentra. “El gran guerrero regresará humillado”, profetiza como el destino de los mexicas.

Barroco (1989), de Paul Leduc

 

Más experimental, Barroco es un acercamiento distinto a entender la complejidad de la fusión de dos mundos desiguales. El hilo comunicante es la riqueza musical de nuestro país. Vemos en las primeras escenas a los mexicas con sus instrumentos precolombinos, así como a los españoles con la herencia sonora europea.

 

La fotografía de Ángel Goded no hace más que sumar a la experiencia; observamos la riqueza natural de nuestro país. Se asoman por ahí las ruinas de nuestro pasado. Un auténtico viaje ecléctico. La cinta está desprovista de diálogos. Barroco complejiza más el origen multicultural de nuestro país, abrazando también a la herencia africana.

Desiertos mares (1992), de José Luis García Agraz

 

El cineasta Juan vive una ruptura amorosa, al mismo tiempo que batalla con el guion de una película situada en la conquista de México. En el camino recordará la separación de sus padres. Contada en tres partes, pero con una historia en común, Desiertos Mares es un interesante ejercicio de reflexión sobre el peso de los hechos históricos acontecidos hace ya 500 años.

 

El dolor de la pérdida asalta a Juan. Su padre les deja un buen día para nunca regresar; mientras que su madre termina por tomar las riendas para sacar a sus hijos adelante. Haciendo un símil entre su experiencia familiar, Juan traslada sus recuerdos a los años de la conquista. La sorpresa en la trama llega al hilar los hechos. Juan, en una “noche triste”, se para frente a las ruinas del Templo Mayor mexica, en una clara referencia al punto de no retorno que vivirá personalmente.

La otra conquista (1992), de Salvador Carrasco

 

Se le denomina conquista espiritual a la realizada por los religiosos. Bajo esa idea la cinta nos presenta la rudeza del proceso que terminaría en el sincretismo entre las creencias locales y las extranjeras. Conocemos a Topiltzin, sobreviviente de la matanza ejecutada en 1520 en el Templo Mayor. Tiempo después, como tlacuilo, el indígena es sorprendido una vez más por los españoles, a quienes ve destruir la imagen de su diosa madre Tonantzin.

 

La cinta se sumerge en la batalla que librará Topiltzin contra la nueva religión que le quieren imponer. En su camino se encontrará con Tecuichpo, hija de Moctezuma con quien buscará salvar a su gente. Lo que Topiltzin, ni sus evangelizadores imaginan, es que están frente a algo nuevo que terminarán haciendo suyo quienes serán producto del doloroso mestizaje.

Epitafio (2014), de Yulene Olaizola y Rubén Imaz

 

Por órdenes de Cortés, Diego de Ordás y dos hombres más viajan hacia el volcán Popocatepetl con la encomienda de buscar azufre necesario para la guerra. Los conquistadores se enfrentarán en el viaje a sus miedos en un territorio inhóspito; solo Diego de Ordás, tenaz y ambicioso, tiene cierto que lo que les espera es la trascendencia.

 

Íntima puesta en escena en la que la labor de los actores es fundamental. Los diálogos, cuidadosamente seleccionados, permiten entender lo que viven los personajes. Los músicos Pascual Reyes y Alex Otaola dan voz al Popocatepetl, representante metafórico de toda la cultura por conquistar. Los escenarios bellamente capturados por la cámara, son cautivadores.

Texto publicado originalmente en la versión impresa de la revista Cine PREMIERE #302 de noviembre de 2019.
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Enrique Figueroa Anaya

Profesional en la difusión de arte, cultura e historia, con especialización en cine y música. Soy titular de los pódcast CinemaNET, ¡Clack! Un podcast de Le Cinéma IFAL, "Luces, cámara, ¡niñxs!, "Cinema Tempo – Historia y Enrique Figueroa MX. Actualmente soy colaborador de la revista Cine PREMIERE, del pódcast Cinegarage y del noticiario Mesa de prensa de Concepto Radial.

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