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Crítica: “Demon Slayer: Mugen Train” (2020)

Fue la primera función a la que asistí –en tiempos de pandemia– al cine de manera presencial. Lo hice, primero, porque fui cordialmente invitado. Segundo, y muy importante, porque me impulsó una enorme y creciente curiosidad.

Demon Slayer: Mugen Train (Kimetsu no Yaiba: Mugen Ressha-hen) es una película a la que le ha precedido un ruidero tremendo. Se convirtió, en un 2020 muy convulso, en la película más taquillera en la historia de Japón; superando, nada más y nada menos, que al clásico El viaje de Chihiro (Sen to Chihiro no Kamikakushi, 2001) de Hayao Miyazaki.

Desde luego que el análisis taquillero debe incluir diversas consideraciones, entre las que destaca en primerísimo lugar el ya comentado atípico 2020; pero también, y es cierto, algo debía de tener este audiovisual para lograr lo que finalmente consiguió.

Al éxito de la película le precede el del manga Kimetsu no Yaiba escrito e ilustrado por Koyoharu Gotōge, y el del anime producido por el estudio de animación Ufotable. La película, entonces, no haría más que nutrirse del enorme interés que ya habían generado los dos productos anteriores. Pero, además, y, sobre todo, terminaría por llevar en una gran producción muchas de sus más grandes virtudes.

El anime no es más que un riquísimo cúmulo de tradiciones culturales, al que el arte y el folclore centenario de los japoneses ha nutrido. Sobre todo, y como occidental adoctrinado por la visión del gigante estadunidense, también se destaca y de manera muy importante la forma tan particular de los japoneses de ver y entender la vida.

Ese elemento, el de cómo ven ellos el mismo mundo que nosotros habitamos, es el que me llama siempre la atención cuando de un producto japonés –en este caso- se trata. Y es ese elemento el que destaco en una producción que a primera vista pudiera interpretarse como “un anime más de peleas”. Nada más equivocado que ello.

Desde luego que Kimetsu no Yaiba: Mugen Ressha-hen contiene elementos del género shōnen que va dirigido principalmente a adolescentes entre 12 y 18 años. Pero cerrarse a que esta película es “solo eso”, es un error tremendo. Sin conocer los elementos particulares del anime y del manga, uno descubre la riqueza de esta película.

Para empezar el arte es llamativo. El diseño de los fondos contrasta de manera marcada con el de los personajes de la película. Sin embargo, no deja de haber una rima entre ambas aproximaciones artísticas. Voy a poner un ejemplo: tanto las bellas postales de los escenarios, como las ejecuciones de poder de los personajes en batalla, me hicieron pensar de inmediato en Kanagawa oki nami ura de Katsushika Hokusai.

Luego está el asunto de introducirnos en la mitología de los nipones. Los personajes principales, que nos son introducidos de inmediato, se nos revelan como cazadores de demonios. Uno de ellos, el principal de nombre Tanjirō, lleva a su hermana que nos enteramos es una demonio también. Pero ojo, los “demonios” japoneses son distintos a los “demonios” occidentales. Hay mucha más profundidad en la filosofía oriental de cómo se traducen estos seres que tradicionalmente en el cine –sobre todo el comercial de los vecinos del norte- se nos presentan primordialmente como villanos unidimensionales. Acá hay un dolor y un vacío qué llenar por parte de estos seres cuya reacción principal al miedo, es la agresión. Voy a poner otro ejemplo.

En una revisión que estoy haciendo actualmente de la serie de Ultraman (ウルトラマン), me encontré con el kaijū Seabozu, un ser esquelético que de un panteón espacial termina perdido en la Tierra. Por su tamaño, por sus enormes dimensiones, Seabozu causa caos. Ultraman, y el ejército japonés, buscan detenerlo atacándole. Al final los “agredidos” entienden que Seabozu es un alma errante que busca regresar a su hogar.

Hay distintos orígenes de Seabozu, pero bien puedo mencionar dos principales: 1) Umibōzu, que era un espíritu marino que en la tradición japonesa se relacionaba con las almas perdidas que no tenían a quiénes cuidar; y 2) Bake-kujira, una ballena esquelética que buscaba venganza en contra de los humanos que le habían cazado. Como leen, son dos seres que podrían interpretarse como villanos unidimensionales, pero que terminan teniendo varias capas que los hacen mucho muy “humanos”.

Lo mismo sucede con los “demonios” de Kimetsu no Yaiba: Mugen Ressha-hen. Seres a quienes entiende el muy carismático Tanjirō, quien por su parte podría reaccionar con la misma violencia que éstos, pero que priviliegia la compasión y el entendimiento. Este factor que destaco, está presente a lo largo de toda la película.

Añadiría, para ir cerrando las muchas virtudes, el aspecto sonoro: tanto el musical como el diseño de sonido. En verdad que regresar al cine con una película con estas características, no pudo más que ser una enorme dicha. Sé que caigo en los adjetivos, pero cuento que con los argumentos anteriores me logre justificar aunque sea un poco.

Quienes son fanáticos del manga y del anime, terminarán encantados como los millones de espectadores que han hecho ya de la película un gran éxito. Pero como ajeno a este universo en particular de Kimetsu no Yaiba, puedo asegurar que esto no resulta un impedimento para disfrutar de la cinta. Es más, sirve como una tremenda invitación a adentrarse a los dos anteriores productos. Lástima que haya más tiempo que vida. Como sea, esta película, cumple con algo más que solo satisfacer una curiosidad.

Es difícil regresar a los cines, no voy a negarlo. Sobre todo, porque no depende de uno la seguridad absoluta de que no le va a pasar nada a nadie –seguridad, por cierto, que nos rebasa en todos los sentidos y en muchísimos casos ajenos a la pandemia–. Yo recomendaría que, si se asiste, seamos conscientes de que muchos tenemos miedo todavía de regresar a los espacios cerrados. Ayudemos a que eso disminuya cuidándonos todos y entre todos. Al final, como Tanjirō y el grupo de valientes que le acompañan, debe privilegiar entre nosotros la empatía y la compasión.

Demon Slayer: Mugen Train estrena hoy jueves 22 de abril en cines de México y Latinoamérica. Consulten horarios y cines disponibles. Más información en este link.

Demon Slayer: Mugen Train la película (Kimetsu no Yaiba: Mugen Ressha-Hen aka)
Año: 2020
Duración: 117 min.
País: Japón
Dirección: Haruo Sotozaki
Guion Manga: Koyoharu Gotōge
Música: Yuki Kajiura, Go Shiina
Fotografía: Animación
Reparto: Animación
Productora: Ufotable
Género: Animación. Aventuras. Fantástico. Acción | Manga. Secuela

 Con información e imágenes cortesía de Edelman.

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Enrique Figueroa Anaya

Profesional en la difusión de arte, cultura e historia, con especialización en cine y música. Soy titular de los pódcast CinemaNET, ¡Clack! Un podcast de Le Cinéma IFAL, "Luces, cámara, ¡niñxs!, "Cinema Tempo – Historia y Enrique Figueroa MX. Actualmente soy colaborador de la revista Cine PREMIERE, del pódcast Cinegarage y del noticiario Mesa de prensa de Concepto Radial.

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